El magnate Elon Musk envió una carta a la red social en la que la acusó de no proporcionar los datos sobre cuentas spam y bots que él solicitaba y consideraba crucial para cerrar la compra. Las acciones de Twitter se derrumbaron y la Junta Directiva ya adelantó que irá a la Justicia. Elon Musk podría ir por un nuevo acuerdo con un valor inferior
Tres meses de idas y vueltas terminaron por cansar a Elon Musk, y el magnate decidió este viernes cancelar la compra de Twitter. Aunque siempre sostuvo que la red social es su preferida y que tiene un potencial gigante para ser una «plaza pública de libertad de expresión», siempre se mostró en contra de la cantidad de cuentas de spam y bots que tiene la plataforma, e insistió en que eso era un factor clave para seguir adelante con el acuerdo de 44.500 millones de dólares que había firmado. Sin embargo, acusó a Twitter de «fallar o negarse a dar la información» que el magnate pedía e hizo uso de su derecho para rescindir el trato.
Las acciones de Twitter se derrumbaron tras la difusión de la carta que el CEO de Tesla envió a Twitter, y llegaron a caer un 6%. «Durante casi dos meses, el Sr. Musk ha buscado los datos y la información necesarios para ‘realizar una evaluación independiente de la prevalencia de cuentas falsas o spam en la plataforma de Twitter’. Twitter ha fallado o se ha negado a proporcionar esta información«, acusó el equipo legal en el documento.
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“En varias ocasiones, Twitter ignoró los pedidos de Musk; algunas veces, las rechazó por razones injustificadas y, otras, afirmó que las cumplía mientras le daba a Musk información incompleta o inutilizable” continúa la carta. La acusación contradice con lo que hizo Twitter en junio, cuando le proporcionó a Elon Musk su «manguera de fuego», es decir, la información en tiempo real de todos los tweets de la plataforma. Esa base de datos es muy valiosa y solo pueden acceder un puñado de empresas que pagan millones para acceder.
Aunque esta decisión es inédita, no es inesperada. Musk venía hace semanas poniendo palos en la rueda, y buscaba alternativas para abandonar el acuerdo debido a la falta de información. El «circo» del magnate se volvió agotador, no solo para el Comité Ejecutivo de Twitter, sino también para los inversores de Tesla. Según especularon muchos analistas en Estados Unidos, el objetivo final de Musk es lograr un acuerdo nuevo por un valor mucho menor, considerando que el firmado contemplaba un precio por acción de 54,20 dólares, muy lejos de los 36 dólares actuales.
Elon Musk ya no quiere, pero Twitter sí
El magnate envió la carta buscando dar por terminado el acuerdo, pero la red social ya había advertido que no había tiempo para impugnar el trato. Según la compañía, Musk tenía hasta el 2 de junio para presentar una queja en caso de que hubiera algo mal.
Apenas se difundió la carta de cancelación, el presidente de la Junta, Bret Taylor, salió con los tapones de punta: «La Junta de Twitter se compromete a cerrar la transacción con el precio y los términos acordados con Musk y planea iniciar acciones legales para hacer cumplir el acuerdo de fusión. Confiamos en que prevaleceremos en el Tribunal de Cancillería de Delaware».
Elon Musk ya no quiere, pero Twitter sí
El magnate envió la carta buscando dar por terminado el acuerdo, pero la red social ya había advertido que no había tiempo para impugnar el trato. Según la compañía, Musk tenía hasta el 2 de junio para presentar una queja en caso de que hubiera algo mal.
Apenas se difundió la carta de cancelación, el presidente de la Junta, Bret Taylor, salió con los tapones de punta: «La Junta de Twitter se compromete a cerrar la transacción con el precio y los términos acordados con Musk y planea iniciar acciones legales para hacer cumplir el acuerdo de fusión. Confiamos en que prevaleceremos en el Tribunal de Cancillería de Delaware».
Salirse del acuerdo no es tan simple como parece. Para abandonarlo unilateralmente, según el acuerdo firmado, Musk debe pagar mil millones de dólares, dinero que no parece dispuesto a entregar tan fácilmente. Si no quiere hacerlo, deberá probar que, efectivamente, era Twitter el que ponía trabas en el asunto, y no él con sus suspensiones y pausas.