Guzmanismo sin Guzmán

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El anuncio de las medidas económicas que realizó este lunes Silvina Batakis, aprobadas por el presidente Alberto Fernández en su reunión del domingo por la tarde, tuvo lugar ante un auditorio ralegado de figuras políticas de relevancia.

Los funcionarios del cristinismo estuvieron ausentes, y también los de Sergio Massa, quien quedó muy disconforme con la salida que se implementó frente a la crisis que generó la renuncia de Martín Guzmán. En tales condiciones, el centro de la escena, en cambio, fue para Daniel Scioli, quien parece haber sido beneficiado con el manejo del área económica que pretendía el presidente de la Cámara de Diputados.

En un contexto de inflación y especulación financiera disparadas, el ministro de Desarrollo Productivo deberá asumir la responsabilidad de contener la crisis. Otra vez le tiran el fardo en llamas, como en 2015, cuando Cristina lo eligió como cara visible de la derrota electoral ante Mauricio Macri. Ahora el gobierno nacional repite la jugada y lo invita a pagar el costo de una situación terminal que nadie -a excepción de Sergio Massa– se anima a afrontar.

El ex embajador en el Brasil tendrá a su cargo un “gabinete económico” compuesto por el ministerio de Economía, el Banco Central y la AFIP. Los funcionarios que ocuparon el panel de la mesa de anuncios de Silvina Batakis fueron el propio Scioli -como jefe político de la economista-, Miguel Pesce (BCRA) y Mercedes Marcó del Pont (AFIP). Pero las grietas internas se han profundizado, aunque el trato entre los principales jugadores del Frente de Todos se haya vuelto más amable durante el fin de semana que pasó. Ni los funcionarios del cristinismo ni los massistas estuvieron presentes.

Scioli es la última esperanza de Alberto y de Cristina para evitar el colapso. Más de Alberto que Cristina, en realidad, ya que la vicepresidenta no se opuso pero tampoco dio ninguna señal explícita de apoyo, ni tiene mayor confianza en su éxito. Sergio Massa, por su parte, guarda cauto silencio tras rechazar la propuesta presidencial de sumarse como jefe de Gabinete pero sin el manejo del ministerio de Economía, la AFIP o el Banco Central. De este modo, el destino del gobierno está en manos del motonauta. Su suerte será la del Frente de Todos. 

Las principales medidas que anunció Batakis podrían interpretarse como un “guzmanismo sin Guzmán”, e invitan a pensar por qué razones habrían de tener mayor apoyo del que recibió el ministro renunciante: modificación de la ley de Administración Financiera, con el congelamiento de personal que se amplíe a todos los organismos del estado; creación de un comité asesor de Análisis de la Deuda Soberana en Pesos; las cuotas presupuestarias mensuales que el ministerio otorga a toda la administración pública nacional van a ser solamente acordes con la proyección de caja real; se va a migrar el organismo fiscal de evaluaciones inmobiliarias al ministerio de Economía, se aplicará el cronograma de emisión monetaria establecido, se abrieron los sobres de licitación del primer tramo del gasoducto Néstor Kirchner; se mantienen las metas acordadas con el FMI, en el marco del entendimiento para la refinanciación de la deuda por más de 44.000 millones de dólares; se mantendrá la suba de las tasas de interés por encima de la inflación para la deuda del Tesoro y se trabajará con el supuesto de que “el tipo de cambio está en equilibrio».

El “gabinete económico” también apostará a la continuidad del programa Precios Cuidados, que «apunta a ser una referencia de precios en góndola para que los consumidores puedan acceder a una gran variedad de productos representativos del consumo cotidiano». La nueva etapa se inicia este lunes y se extenderá hasta el 7 de octubre, con una pauta de aumento promedio trimestral de 9,3 por ciento, que será de 3,3 por ciento en julio; 3,2 por ciento en agosto y 2,5 por ciento en septiembre.

Con esta movida el gobierno apunta a generar cierta estabilidad y previsibilidad para tratar de tranquilizar el acelerado proceso inflacionario y la escalada del dólar. Sin embargo, hay incredulidad en el exterior y desilusión en el interior del Frente de Todos. Las posibilidades de éxito no parecen ser muy elevadas. 

Pese a todo, Daniel Scioli aceptó el desafío, con la mirada fija en su candidatura presidencial para 2023. Esto se hará realidad en caso de obtener algunos resultados positivos. Caso contrario, puede significarle el final de su carrera política. Pero Scioli es un optimista por naturaleza. Aunque a menudo la realidad lo desmienta.

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