La ministra de Economía viajó a Estados Unidos donde este lunes se reunirá con la titular del Fondo, Kristalina Georgieva, y David Lipton, funcionario clave del Tesoro norteamericano
Alberto Fernández necesita tranquilidad. Política, económica y financiera. No tiene ninguna. La única paz que se mantiene es la social. Más allá de las crudas advertencias de Juan Grabois sobre posibles saqueos y un clima enardecido en las calles si el Gobierno no logra torcer el rumbo de la crisis que lo atormenta.
Este lunes comienza una nueva semana de incertidumbre e inestabilidad fomentada por la alteración del mercado cambiario, la disparada del dólar libre, la perdida absoluta de los precios de referencia, la presión inflacionaria sobre los salarios y la caída de las reservas.
A eso se suma la grieta interna del Frente de Todos, que no desapareció por arte de magia ni por una sucesión de encuentros entre el Presidente y Cristina Kirchner. El estado de deterioro de la coalición avanzó al mismo ritmo en que la política cambiaria generó un escenario de pérdida de confianza devastador para las expectativas del gobierno nacional.Silvina Batakis se reunirá con la titular del FMI, Kristalina Georgieva (Tumbelaka/Pool via REUTERS)
La dupla presidencial no ha podido, o no ha querido, dar un mensaje político fuerte que marque una línea por donde transitar estos días difíciles. El Gobierno está lleno de partes inconexas que desnudan la fractura interna a la que llegó la alianza política después de un enorme desgaste provocado por las peleas internas.
La gran apuesta presidencial de estas horas es que el encuentro entre la ministra de Economía, Silvina Batakis, y la titular del Fondo Monetario Internacional. Kristalina Georgieva se convierta en una señal política positiva que genere un mínimo de tranquilidad en el mundo financiero.
Antes de ese encuentro, Batakis mantendrá una reunión con David Lipton, un funcionario clave del Tesoro norteamericano. Ambas reuniones, en clave de gestos hacia el mercado, parecen ser las últimas balas para frenar la corrida de un Gobierno atosigado por una suba incesante del dólar paralelo y una crisis cambiaria que se traduce en aumentos de precios permanentes y sin un marco lógico.
En las arterias peronistas sobrevive la idea de que ya no hay señal que alcance para frenar la crisis económica. No surtió efecto el encuentro entre Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa, como tampoco las sucesivas reuniones entre el Presidente y la Vicepresidenta para intentar consensuar un rumbo.El dólar libre quedó en $338 en el final de la jornada del viernes (EFE/Rayner Peña R.)
Y en ese mar de incertidumbre el respaldo de la Vicepresidenta a Silvina Batakis nunca fue del todo potente. Al menos, como se esperaba en un sector del peronismo que mira con preocupación el andar del Gobierno y el impacto inflacionario en la sociedad, que demuele las proyecciones de gestión y electorales.
Ayer la senadora nacional Juliana Di Tullio, legisladora cercana a Cristina Kirchner, aseguró que la Vicepresidenta respalda a Batakis. Fue lo más cercano a un gesto de respaldo en estas horas complejas.
Además, pidió que la Policía Federal esté en la puerta de todas las cuevas donde se controla el tipo de cambio paralelo. Fue un nuevo reclamo del kirchnerismo a la Casa Rosada para que tome medidas urgentes. Un llamado de atención.
Durante el fin de semana en el Gobierno se siguieron estudiando las posibles medidas económicas que serían anunciadas esta semana. Pero aún parece no ser el momento para hacerlo. La clave de estas horas pasa por esperar el resultado de las reuniones de Batakis en Estados Unidos. Después, con las cartas sobre la mesa, Fernández terminará de definir las medidas y si, finalmente, hace más cambios en el Gabinete.
Silvina Batakis estuvo reunida con el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Arguello
Según trascendió, la ministra intentará poner sobre la mesa la situación de la política cambiaria argentina y su plan de acción para contener la crisis económica que sacude a la Casa Rosada y que empeoró después de la salida del ex ministro Martín Guzmán.
Del viaje debe quedar en claro si el programa económico acordado con el FMI seguirá en pie tal cual fue negociado o si sufrirá modificaciones. Dos semanas atrás la ministra prometió cumplir con las metas acordadas y descartó de plano la posibilidad de una devaluación. Fue un gesto bien recibido por el organismo internacional. Sin embargo, la economía argentina cambia, dramáticamente, día a día y las perspectivas pueden modificarse.
El acuerdo de la dupla presidencial para que Batakis se ponga al frente de la política económica no fue una señal suficiente para los mercados, que miran con desconfianza el andar de la gestión del Frente de Todos. En los últimos diez días la corrida cambiaria aumentó la incertidumbre en el escenario político y distintas voces del oficialismo se inclinaron por hablar de un “golpe cambiario”.
Esa incertidumbre la genera la alteración del mercado pero es alimentada por la oposición que deja entrever la posibilidad de que se adelanten las elecciones y las voces propias, como la de Pablo Moyano, quien este domingo afirmó que Alberto Fernández “no le puede encontrar la vuelta a la inflación”.Los encuentros entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner para analizar el rumbo de la gestión aún no han rendido frutos (REUTERS/Agustin Marcarian/File Photo)
Moyano, secretario adjunto de la CGT y líder del Sindicato de Camioneros, le pidió al Presidente “mayor fortaleza con los poderosos”, direccionando el mensaje a la discusión con el sector agropecuario que viene teniendo Fernández por la venta de granos y la liquidación de las cosechas, necesarias para generar ingreso de divisas. Ese suele ser el mensaje del kirchnerismo. La misma línea.
La falta de alineamiento político es una dificultad importante en un momento de tensión cambiaria y crisis económica. La coalición peronista no ha podido resolver ese discusión – eterna discusión – sobre el respaldo a la figura del Presidente. Entonces, los cuestionamientos sigue floreciendo de campamentos oficialistas. Los propios.
El Gobierno no ha podido, en dos años y medio de gestión, encausar la relación con el sector agropecuario. El último capítulo lo protagonizó el Presidente cuando señaló al campo como los que “guardan 20 mil millones de dólares en el campo y no los liquidan”. Fue la forma que encontró para pedirles que vendan las cosechas que tienen guardadas.
Buscó presionar al sector para que liquide los granos frente a la necesidad del Gobierno de contar con dólares. No solo no lo logró, sino que profundizó la dañada relación que tiene que con el campo. Ahora en el sector agropecuario esperan el anuncio de un dólar por encima del oficial para liquidar los granos. Ese vínculo político y productivo está atado por alambres.
Mientras tanto, como un pasaje a tiempos de antaño, comenzó a reeditarse la discusión entre la Casa Rosada y el campo sobre el aporte necesario para el bien del país. Los que deben hacer más esfuerzos y los que no se dejarán torcer el brazo. Ellos y nosotros. Una vez más. Un círculo sin salida.