La desconcertante economía argentina: según el índice Big Mac el peso está subvaluado, pero según otra nota de The Economist el país está al borde del default

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Según el indicador que desde 1986 publica la revista británica el dólar oficial debería ser más barato. A su vez, un informe sobre 53 economías emergentes “frágiles” muestra a la Argentina en el Top 10 de países con más chances de incurrir en una nueva crisis de deuda

Según la última edición del “Índice Big Mac” (IBM) que actualiza cada seis meses The Economist, el peso argentino está 11,3% “subvaluado”. Esto es, debería valer más en relación al dólar, y éste menos en relación al peso.

Lo más sorprendente es que la influyente revista británica no se refiere al dólar “blue” o alguna de las variantes financieras, como el dólar Bolsa (MEP) o CCL (contado con liquidación), que en las últimas semanas volaron y cerraron el viernes en $338, $315 y $322 respectivamente. Lo dice respecto del tipo de cambio oficial de varios días atrás (al cierre del recálculo del índice, que abarca a decenas de países del mundo), cuando valía, por determinación del Banco Central, 129,12 pesos.

Según el índice Big Mac el dólar debería en cambio valer (o haber valido cuando estaba a $129,12) solo $114,56, porque ese es el valor que iguala, en dólares, el precio de un Big Mac (solo, no en combo) en la Argentina, donde promedia $ 590 según un relevamiento en 4 ciudades, con el precio de un Big Mac en EEUU, donde cuesta 5,15 dólares.

El IBM se basa en la teoría de “Paridad de Poder Adquisitivo” desarrollada en el siglo XIX por el economista sueco Gustav Casel, según la cualuna moneda está “alineada” con otra si permite comprar una misma canasta de bienes al mismo valor, expresado en cualquiera de las dos monedas. El Índice Big Mac, al tomar un bien simple, idéntico en cualquier país del mundo, permite testear la teoría de forma más sencilla que recurrir a índices de precios basados en distintas canastas de consumo.

Contra-corriente

Lo que llama la atención es la más que contra-intuitiva conclusión de que el dólar oficial debería bajar de precio. En parte, el fenómeno se explica porque en su versión más cruda (¡guarda el SUH!) el Índice Big Mac ignora el llamado “efecto Balassa-Samuelson” (por Bela Balassa, economista húngaro, y Paul Samuelson, premio Nobel de Economía 1970) que postula que los cálculos de Paridad de Poder Adquisitivo deben ajustarse en función del PBI por habitante de los países, pues en aquellos más ricos los precios de los bienes tienden a ser más elevados, debido a su mayor productividad.

Teniendo esto en cuenta, The Economist también tiene una versión “gourmet” del Índice Big Mac, “efecto Balasssa-Samuelson” incluido, del que resulta que el peso argentino no estaría 11,3% “subvaluado”, sino ligeramente “sobrevaluado”. Según el índice “gourmet”, el dólar debería en realidad costar $ 148,87, precio no muy lejano al tipo de cambio oficial, pero aún muy inferior a la cotización de los dólares “alternativos” que ha sabido darse la Argentina.

Más desconcertante aún es que mientras el Índice Big Mac postula que el peso argentino está más o menos bien valuado respecto del dólar, otro artículo de la la influyente publicación, sobre una probable nueva crisis de deuda soberana, a raíz del alza de las tasas de interés internacionales, el espectro de una recesión y la situación financiera de algunos mercados emergentes, incluye a la Argentina entre los países de ingresos medios más en riesgo de un nuevo default. El artículo, titulado “Las 53 economías emergentes frágiles” parte de la caótica situación que se vive en Sri Lanka, donde en junio –precisa- la inflación anual llegó al 55% y en el que si Ranil Wickremesinghe, exprimer ministro de Gotabaya Rajapaksa, el presidente profugado- no logra estabilizar la situación, el país “puede sucumbir a la hiperinflación y mayor caos político”.

Las 53 “frágiles”

Otros también pueden hacerlo, dice The Economist, y apunta a 53 economías emergentes que lucen más vulnerables, entre ellas la Argentina, una de las 6, precisa que junto a otras como Ecuador y El Líbano, cayó en default en 2020, y por novena vez en su historia.Uno de los rankings que acompañan el informe de la revista británicaUno de los rankings que acompañan el informe de la revista británica

La nota compara el “sombrío” cuadro actual en ese conjunto de países, mayormente de ingresos medios, con las crisis de los 80s y 90s. “Entonces, como ahora –explica- un largo período de robusto crecimiento fue seguido de tiempos más magros y de crecientes cargas de deuda, que en muchos casos cayeron del precipicio fiscal a partir del default mexicano de agosto de 1982. Más de tres docenas de países, recuerda The Economist, dejaron de pagar y hacia 1990 un 6% de la deuda mundial estaba en default.

Parecidos, pero diferentes

Algunas cosas cambiaron desde entonces, prosigue el artículo: muchos gobiernos se abrieron al comercio, liberalizaron sus economías y aplicaron políticas macroeconómicas prudentes. De hecho, cuando explotó la crisis financiera de 2008 la deuda pública de ese conjunto de economías promediaba solo 33% del PBI. Fue justamente esa características la que les permitió volver a financiarse en moneda extranjera, al punto que en 2019 la deuda pública en ese mismo grupo de países ascendía a 54% del PBI.

La cuestión se había estabilizado en 2021, pero la invasión rusa y la guerra en Ucrania, con el consiguiente aumento de los precios de los alimentos y la energía, está deprimiendo el crecimiento de varias economías emergentes y estirando al límite la cuenta de importaciones, algo que se agudizará a medida que los bancos centrales de los países desarrollados aumenten sus tasas de interés. De hecho, según The Economist, la tasa de fondos federales en EEUU sería a fin de año de 3,5%, proyección que ya generó un estudio, publicado por la Fed de Dallas, según el cual la Argentina y Turquía son los países en situación más frágil ante la escalada, pues sus reservas netas no alcanzan a cubrir los vencimientos a menos de un año. Además, un reciente editorial del diario Financial Times afirmó que la economía argentina está al borde de la “ruina financiera” y que el FMI debería ser más exigente y “duro” en el trato con el gobierno de Alberto Fernández.

La guerra en Ucrania y el aumento de los precios de los alimentos y la energía deprime el crecimiento de varias economías emergentes y estira al límite la cuenta de importaciones, algo que se agudizará a medida que los bancos centrales aumenten sus tasas de interés. De hecho, según The Economist, la tasa de fondos federales en EEUU sería a fin de año de 3,5%,

Dos métricas del artículo ubican a la Argentina en el sexto puesto del ranking de “fragilidad”: la deuda pública en porcentaje del PBI, que según The Economist es del 80,6% del PBI, y el spread o sobretasa de rendimiento de los bonos del país respecto de los de EEUU. En ambos casos, la Argentina figura en sexto lugar. En el primero, detrás de Egipto, Angola, El Salvador, Túnez y Ghana. Y en el segunda, detrás de Ucrania, Etiopía, El Salvador, Túnez y Pakistán. En el caso de los rendimientos de los bonos, además, los datos de The Economist, lucen rezagados, si se tiene en cuenta la escalada del riesgo-país, que el viernes rozó 3.000 puntos básicos, según el indicador EMBI del banco J.P.Morgan.

Aunque admite que los países de ingresos medios están en general mejor cubiertos contra el deterioro de las condiciones globales de lo que estuvieron en el pasado, el artículo destaca algunos países grandes a seguir con atención, como Turquía (cuyo presidente, Recep Tayip Erdogan, insiste en bajar las tasas de interés, aunque a la vez tiene una reducida deuda pública) y Brasil (donde Jair Bolsonaro relajó la disciplina fiscal para mejorar sus chances en las elecciones presidenciales de octubre, en las que Lula da Silva es claro favorito), pero tiene un nivel de reservas internacionales como para tranquilizar a los mercados.El rendimiento de los bonos argentinos aparece como el sexto más alto, reflejo de su bajo precio y la poca confianza que inspiran. Con el alza del riesgo-país de las últimas semanas, la posición argentina sería aún peorEl rendimiento de los bonos argentinos aparece como el sexto más alto, reflejo de su bajo precio y la poca confianza que inspiran. Con el alza del riesgo-país de las últimas semanas, la posición argentina sería aún peor

En conjunto, precisa The Economist, las “53 frágiles” pesan modestamente (solo el 5% del PBI global), pero en ellas habitan 1.400 millones de personas, 18% de la población mundial. Entre las recetas para despejar riesgos menciona medidas de alivio de deuda y un rebote del crecimiento en China, aunque esto último podría también generar problemas al agregar puntos a la inflación y exacerbar la tendencia al alza de las tasas de interés.

Las medidas de alivio en el marco de Naciones Unidas y organismos como el FMI, el Banco Mundial y el Club de París han sido hasta ahora poco exitosas, pero peor es la situación de los países endeudados con China, dice el artículo, y cita un estudio de los economistas Sebastian Horn, Christoph Trebesch y Carmen Reinhart que precisa que hay unos 50 países cuyas deudas con China representa en promedio 15% de su PBI y 40% de su deuda externa, incluido más de un tercio de los países en serios problemas. De hecho, recuerda el artículo, China es el principal acreedor de la quebrada Sri Lanka, que ya en 2017 le debía el 17% de su PBI y de Pakistán, que le debía el 9% de su PBI. Sin embargo, dice el artículo, los países temen pedir alivio de China, por la dureza de las condiciones.

Así las cosas, la Argentina exhibe un raro perfil: según el Índice Big Mac tiene una moneda subvaluada (o, en su versión “gourmete”, apenas sobrevaluada) como si fuera una economía fuerte, pero según el informe sobre las “frágiles 53″, es una de las más frágiles del universo emergente y de ingresos medios o bajos.

El puente que vincula ambos fenómenos es la falta de confianza que hace que, cuando se mide a los tipos de cambio paralelos del dólar, aún estando “regalada” -como atestiguan los centenares de miles de turistas uruguayos y brasileños que visitan el país- la economía argentina sigue sin inspirar confianza, como refleja la constante pérdida de valor de su moneda.

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