Durante décadas nuestros servicios de Inteligencia han sido bastardeados por gran parte de la sociedad y de la prensa y no en vano.
Escándalos de filtraciones sobre actividades de Inteligencia interna han sido la moneda corriente que alimentó los medios y juzgados durante las últimas décadas, provocando que esta generase el repudio público y se conceptualizara a la actividad como reprobable y antitética.
Sea como sea, una nación sin servicios de Inteligencia es un estado colador. La Inteligencia es tan necesaria y complementaria para un país como su economía. Un país sin Inteligencia está condenado al caos y la anarquía dejando el terreno fértil para el establecimiento de organizaciones terroristas, el crimen organizado transnacional y, por supuesto, las operaciones de espionaje, sabotaje y subversión de todos aquellos que tienen intereses en influir de alguna manera sobre el país. Creer que todos los vecinos son buenos y tienen nobles intenciones es pecar de ingenuo o ser ignorante en política internacional.
Ingenuo también es pensar que una nación no tiene enemigos, puesto que desde que ésta existe su supervivencia depende de cómo puede mantener sus intereses en medio de los intereses de las demás naciones y para ello es necesario contar con un sistema de Inteligencia que le permita al decisor adoptar el curso de acción más apropiado en base a la información que estas agencias le proporcionan.
Nuestro país no necesita ni cerrar ni politizar las agencias de Inteligencia, por el contrario, se necesita reformular una ley de Inteligencia en donde se considere a la misma como actividad esencial para la supervivencia del estado y para ello contar con una agencia profesionalizada de Inteligencia e institutos de formación donde verdaderamente se reclute y capacite personal idóneo que permita paulatinamente que nuestro país vaya recuperando la capacidad de anticiparse a los hechos en un contexto global cada vez más complejo de interpretar para los dirigentes políticos y mucho más sin un eficiente servicio de Inteligencia.
Anuladas nuestras capacidades de obtener información, se ven anuladas nuestras capacidades de tomar decisiones acertadas. La Inteligencia es una actividad muy necesaria y sensible como para tomársela a la ligera. La clase política y la sociedad argentina deberán dejar atrás viejos arquetipos para construir un sistema de Inteligencia que sea útil a los intereses nacionales si queremos contrarrestar problemas de gravedad que tienen repercusión nacional como lo es el terrorismo y el crimen transnacional con sus consecuentes implicancias en la seguridad del estado y en su normal desenvolvimiento del mismo para evitar que este termine siendo por acción u omisión un estado cómplice donde los perjudicados somos todos los habitantes del territorio nacional.
(*) Iván Velázquez es licenciado en Seguridad, diplomado en Seguridad Ciudadana, experto universitario en Seguridad Internacional y Servicios de Inteligencia. Además cuenta con magísteres en Políticas de Defensa y Seguridad Internacional y en Ciberseguridad.