La bacteria comúnmente origina distintas infecciones cutáneas como impétigo, celulitis, y escarlatina, aunque, en ocasiones, puede presentarse como una forma grave o enfermedad invasiva, que puede causar condiciones potencialmente mortales.
En lo referido a la escarlatina, los síntomas más frecuentes son garganta roja y adolorida; fiebre (38.3 °C o más); erupción color rojo con textura de papel de lija; piel de color rojo intenso en los pliegues de axila, codo e ingle; recubrimiento blancuzco sobre la lengua o el fondo de la garganta; lengua “aframbuesada”; dolor de cabeza; náuseas o vómitos; inflamación de los ganglios; dolores en el cuerpo.
El reservorio es el humano, formando parte de la flora normal y las personas pueden ser portadoras asintomáticas.
El período de incubación para la enfermedad varía de acuerdo a la presentación clínica, entre 1 a 3 días.
Tratamientos y cuidados
Asimismo, la faringitis se diagnostica mediante cultivos bacterianos y se trata con antibióticos, cuyo tratamiento de elección es la penicilina.
El tratamiento adecuado con antibiótico transcurridas las primeras 24 horas elimina la capacidad de propagación.
La higiene de las manos y la higiene personal pueden ayudar a controlar la transmisión.
Ante la presencia de algunos de síntomas es importante evitar la automedicación con antibióticos y realizar una consulta médica.
En el caso de recibir indicación médica de tratamiento antibiótico, es fundamental completar el esquema (no acortar ni abandonar los tratamientos anticipadamente), ya que la utilización inadecuada de los antibióticos promueve la resistencia bacteriana, hecho que atenta contra su efectividad en el futuro.
Las personas enfermas deben evitar concurrir a lugares públicos (trabajo, escuela) y restringir los contactos hogareños.
Además, es importante no compartir objetos de uso personal (cubiertos, vasos, toallas, entre otros) y ventilar adecuadamente y de forma regular los ambientes.