Sergio Massa se divide en su doble rol. Hay luces de alerta por la caravana de este sábado en La Matanza. Los cierres de campaña de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich en el conurbano. Los chispazos por el búnker
Se prendieron las luces de alerta. Este sábado, en La Matanza, la populosa caravana que Sergio Massa tiene previsto encabezar en el corazón de la tercera sección electoral podría ser testigo no solo de la tensión de la interna local entre el intendente y su rival del Movimiento Evita si no de la descoordinación de la estrategia electoral de Unión por la Patria, que a poco más de dos semanas de las PASO aún no acertó con la melodía de una campaña que todavía suena desafinada para la coalición de gobierno.
De vuelta de Tucumán -tiene agendado para este mismo sábado un multitudinario acto junto a gobernadores del peronismo-, el ministro de Economía desembarcará directo en territorio de Fernando Espinoza para caminar junto al intendente, el gobernador Axel Kicillof y la vicegobernadora Verónica Magario, matancera como el jefe comunal, en el distrito más poblado y peronista del conurbano, y protagonista de una puja que tiene a Patricia Cubria, referente municipal del Evita y pareja de Emilio Pérsico, uno de los jefes de la agrupación, en la vereda de enfrente con ganas de dar pelea.
El viernes pasado, Cubria tenía confirmada en su calendario una actividad en la universidad local con Massa como principal protagonista, pero el evento se suspendió a horas de su concreción. La legisladora no fue invitada a la caravana de este fin de semana, pero la organización social que la respalda prevé movilizar, según confiaron puertas adentro, un número imponente de militantes alrededor de Massa, Kicillof, Espinoza y Magario, con pancartas alusivas a la postulación de la diputada. En La Matanza esperan que todo transcurra en paz y con tranquilidad.
En UP, por el contrario, se viven horas inquietantes. “Mucho edificio, y pocas ideas”, opinó a este medio un veterano dirigente del PJ con decenas de campañas encima y con intereses concretos en la elección del 13 de agosto. El edificio es el búnker de la calle Bartolomé Mitre, a la vuelta de la AFI y de la Casa Rosada, donde se instalaron los equipos de Eduardo “Wado” de Pedro, el jefe de campaña, y Antoni Gutiérrez-Rubí, el consultor que dirige la estrategia y que el ministro de Economía adoptó tras el paso del catalán por Unión Ciudadana del 2017 y después de que el funcionario probara con el fallecido Sergio Bendixen y el español Antonio Sola.
El edificio es el búnker de la calle Bartolomé Mitre, donde se instalaron los equipos de Eduardo “Wado” de Pedro
El martes, en ese mismo edificio, Massa recibió junto a Kicillof a un grupo de intendentes del Gran Buenos Aires. El gobernador habló primero, y fue más escueto que lo habitual. El ministro fue algo más efusivo, pero dejó, según las fuentes consultadas, cierto “gusto a poco”. Dijo, según trascendió, que la performance de octubre dependerá de la competitividad del frente en las PASO, y que el contexto ofrece un “escenario difícil, pero posible”.
“Más allá de eso, no tenemos ninguna bajada de línea”, explicó un intendente del GBA. En varios distritos del conurbano hay preocupación: municipios que estaban holgados, ya no lo están, e intendentes que aventajan por mucho la boleta presidencial, que tracciona desde arriba. “Está brava la cosa”, sintetizó uno de ellos.
La precandidatura de Juan Grabois, habilitada por el kirchnerismo, empezó ahora a intranquilizar a más de un dirigente massista. ¿Y si saca más de lo que todos suponían?
El doble rol de Massa, de ministro y precandidato, empieza a preocupar en el oficialismo. “No tiene otra opción, por ahora”, resaltaron fuentes partidarias. En el búnker céntrico trabajan a contrarreloj en la construcción de un relato de cara a las primarias, y post PASO.
Para el funcionario, la venta de futuro en medio de un presente tan complicado se hace cuesta arriba, a pesar de su audacia y de su profesionalismo en campaña. Para Massa, ser el ministro de Economía de un gobierno con más del 70% de desaprobación, y acompañado en la fórmula con el jefe de Gabinete de esa misma administración, presenta un desafío desmedido. “Nosotros no tenemos que hablar del legado de Alberto”, remarcaron fuentes oficialistas. Alberto Fernández está marginado de la campaña.
En ese sentido, por ahora, el trazo grueso de la campaña está enfocado en la confrontación con la oposición: “avanzar versus retroceder”, se ilusionan en la sede de la calle Mitre. “Estábamos al borde del helicóptero y con la llegada de Massa la situación se ordenó”, insistieron por estas horas. Quieren disputarle a Patricia Bullrich el concepto de “orden”.
Para Massa, sin embargo, no es tan sencillo. El lunes, mientras disertaba frente a la cúpula de la Sociedad Rural en el predio ferial de Palermo, el dólar trepaba hacia los $550 tras el anuncio del paquete fiscal y el principio de acuerdo con el Fondo que todavía falta firmar. Al mediodía, el ministro almorzó con Nicolás Pino, presidente de la SRA, y un grupo de empresarios en el restaurante central de la Rural: tuvo que bordear el salón en auto para no caminar entre la gente.
Las próximas semanas serán decisivas para la performance del oficialismo en las primarias. Por ahora no hay certezas sobre el acto de cierre: se plantean, en principio, varias puesta en escena. Este domingo, después de La Matanza, el ministro tiene previsto visitar Merlo y San Vicente. Después Junín, al cierre de la semana próxima, y tras la recorrida de estas horas por las provincias del norte. La agenda de campaña se cierra día a día.
Bullrich tendrá, al igual que Rodríguez Larreta, una serie de actos en Córdoba, Santa Fe y la Ciudad
En paralelo, en la oposición, Horacio Rodríguez Larreta y Bullrich se sacan chispas, pero los equipos de campaña de ambos candidatos ya trabajan a tiempo completo para las últimas dos semanas de campaña, en medio de una interna feroz con final incierto.
En el caso de la ex ministra de Seguridad, quieren acortar las apariciones mediáticas de la precandidata. Para achicar el margen de error. Algunos yerros, como la adopción del término “blindaje” de estos días, prendieron luces de alarma. Cualquier error en el sprint final de la campaña puede ser letal.
Bullrich tendrá, al igual que Rodríguez Larreta, una serie de actos en Córdoba, Santa Fe y la Ciudad -tres de los principales distritos electorales-, para terminar en el cierre de la campaña en el conurbano bonaerense.
El jefe de Gobierno tendrá su última puesta en escena, el jueves 10 de agosto, en La Plata. Bullrich lo hará en Lanús, en territorio del intendente Néstor Grindetti, su precandidato a la gobernación provincial.
La tensión entre ambos postulantes del PRO sigue tan latente como el primer día.
Hasta este jueves, sus equipos todavía no se habían puesto de acuerdo en torno a la posibilidad de montar un búnker unificado el 13 de agosto. En el bullrichismo había este jueves un creciente enojo por las negociaciones alrededor del tema. “No hubo negociaciones, hubo un intento de imposición de parte del larretismo”, se quejaron colaboradores de la ex presidenta del PRO. Emisarios del jefe de Gobierno ofrecieron Costa Salguero, el complejo en el que Cambiemos festejó en todos años con excepción de la resonante derrota del 2019 y que el jefe de la Ciudad ya tiene reservado.
“Nosotros queremos algo austero”, explicaron en el entorno de Bullrich. Dicen que, por ahora, la ex ministra no tiene búnker. El Palacio San Miguel, donde realizó su cena de recaudación de fondos, no hace falta cancelarlo con tiempo: lo regentea Hernán Lombardi. Asesores de la precandidata dicen que, además, hubo ofrecimientos casi sin costo de varios lugares, entre ellos un conocido microestadio porteño.
Este fin de semana, sin embargo, podría haber al menos dos postales de unidad: el sábado, en la inauguración formal de la muestra rural de Palermo, y el domingo, en las elecciones chubutenses, el último test electoral provincial antes de las primarias nacionales.