El pasado inocultable de Patricia Bullrich

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Por más que Patricia Bullrich insista en negar su participación en la organización subversiva Montoneros, la manta con la que pretende ocultarla siempre le resulta corta. Los hechos, los testimonios y las pruebas en su contra la desmienten a cada paso. “La mentira tiene patas cortas”, asegura la sabiduría popular.

“Yo no pertenecí a Montoneros”, afirma en cada oportunidad en que el tema sale a la luz. Pero no puede tapar el sol con las manos. Mucho menos puede desentenderse de su participación en el secuestro de los hermanos Born, que le costó la vida a su propio su tío, Alberto Luis Cayetano Bosch Luro, de cuarenta años, que viajaba en el mismo vehículo que sus jefes de manera imprevista.

Juan Gasparini, autor del libro “Montoneros, Final de Cuentas”, demuestra que “Patricia Bullrich fue la principal reclutadora para la contraofensiva de Montoneros, ese suicidio colectivo que sacrificó a miles de personas (…) pero a la hora de subirse al avión, ella salió huyendo”.

Tampoco les fue muy bien a sus dos primeros novios, Juan Manuel Puebla, apodado “Cacho” -quien era un cuadro consolidado de Montoneros-, y el español Ernesto Fernández Vidal, “El Gallego”. Ambos desaparecieron y se abrigan fundadas dudas sobre la responsabilidad que le cupo a “Cali” –tal su nombre de guerra- en esos destinos.

Tampoco debe olvidarse que su hermana, Julieta, era la novia de Rodolfo Galimberti, uno de los líderes de Montoneros y jefe de la Columna Norte. Eso le valió a Patricia ser reconocida como “cuñada primera” dentro de la organización. Con el golpe militar y la instauración de la dictadura, Julieta y Galimberti se exiliaron, pero ella nunca más volvió al país.

Para cerrar el círculo de las relaciones de Patricia Bullrich que entierran “hasta la cabeza” a la precandidata de Juntos por el Cambio con la organización armada, debe consignarse que por entonces se casó con Marcelo Langieri, “Pancho”, otro Montonero del círculo íntimo de Galimberti, aunque en este caso consiguió sobrevivir y actualmente se desempeña como sociólogo y docente universitario. 

Federico Lorenz es autor del libro “Cenizas que te rodearon al caer”, en el que cuenta la historia de Ana María González, una militante rasa de Montoneros que tenía sólo veinte años cuando participó de la operación que le costó la vida al jefe de la Policía Federal, el general Cesáreo Cardozo, y poco después terminó muriendo tras recibir varios disparos de un soldado que integraba un retén en el oeste del conurbano bonaerense.

Su cuerpo fue escondido y quemado en una casa operativa de la organización guerrillera, para que los militares no lo utilicen como emblema de otro paso victorioso en su lucha por afianzarse en el poder. Y ahí, nuevamente, aparece la oscura sombra de Patricia Bullrich.

En la emboscada que le costó la vida a González y a otros militantes de la orga, Lorenz comprueba que “Cali” fue testigo de los hechos, aunque una vez más salió indemne. No emite juicios, pero deja flotando la sospecha de la condición de colaboradora de la dictadura dentro de la organización que le reprochan varios de sus ex compañeros y la mayoría de las investigaciones disponibles.

“Me interesó destacar la participación de la actual ministra en la Columna Norte no por una vocación sensacionalista sino, precisamente, para llamar a la reflexión sobre esto que vos señalás: los cambios ideológicos, los cambios en las conductas, la superposición de capas de lealtades que algunos verán como cambios de pensamiento o adscripción partidaria y otros como claudicaciones o traiciones. Yo, en el libro, no abro juicio: yo no soy las personas que investigo. Me propongo que los lectores ni siquiera juzguen, sino que decidan”, explica Lorenz en una entrevista concedida al medio La Gaceta. 

Una vez más, la historia de Patricia y Montoneros vuelven a cruzarse. Lorenz dirigió el Museo de Malvinas e Islas del Atlántico Sur entre 2017 y 2018, accediendo a ese cargo por concurso, para luego renunciar “por razones personales”.

Desde su llegada a la institución sufrió toda clase de presiones del ministerio de Cultura, a cargo del funcionario macrista Pablo Avelluto. Incluso se lo pretendió ningunear apodándolo “El director Montonero del Museo”, hasta que no tuvo más remedio que dar un paso al costado, lo que motivó que el gremio ATE emitiera un comunicado cuestionando el hostigamiento al que fue sometido el escritor. «Estas renuncias dejan al Museo Malvinas en un estado de abandono, acefalía institucional e inestabilidad laboral que agrava la situación de vaciamiento y desmalvinización que viene llevando a cabo Mauricio Macri y sus funcionarios en el estado».

No es un dato menor el hecho de que “Cenizas que te rodearon al caer” fue publicado en 2017, poco después de concretado el concurso que concedió la dirección del Museo a Lorenz. La administración macrista no le perdonó que echara luz sobre la relación de Patricia Bullrich con Montoneros y con la dictadura cívico-militar, pero en la práctica significó una nueva confirmación sobre el pasado guerrillero de la entonces ministra que, aunque ponga todos sus esfuerzos e influencias sobre la mesa, no consigue enterrar. 

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