La Argentina es un país imprevisible. En cuestión de horas la configuración política puede cambiar drásticamente, definiéndose nuevos escenarios y enfrentando a los protagonistas a desafíos impensados.
En este caso, quien parece ubicarse en el centro de la escena del Frente de Todos es Axel Kicillof. Sabido es que el gobernador sólo está interesado en su reelección y no aspira a ningún otro cargo electivo en el presente. Sin embargo, la decisión de Cristina Fernández de Kirchner de autoexcluirse de competir en cualquier categoría electoral generó una verdadera hecatombe en la coalición oficialista. Hasta apenas unos días atrás, la vicepresidenta sostenía esa decisión y se daba por sentado que la reunión del jueves pasado en La Plata, en la que estuvo acompañada de Sergio Massa y el propio Kicillof era el preludio para confirmar que la fórmula presidencial que bendeciría en esta oportunidad sería la del ministro de Economía, acompañado por “Wado” de Pedro, ministro del Interior.
Sin embargo, pasaron cosas.
El indicador de 6,6 por ciento de inflación del mes de febrero, con una alta probabilidad de incrementarse en el de marzo y mantenerse en esos niveles durante el resto del año está muy lejos del 3 por ciento al que aspiraba Massa. Ahora su objetivo es garantizar la estabilidad, sequía, caída de ingresos consiguiente y exigencias incumplibles del FMI, más las impredecible consecuencias de la caída del Sillicon Valley Bank de por medio. Tal como lo había repetido el mismo Massa, su momento para aspirar a la presidencia debería ubicarse razonablemente en 2027 y no en 2023.
De Pedro, por su parte, genera resistencias en el cristinismo e, incluso, dentro de La Cámpora. En tal sentido, su última aparición abrazado a un CEO de Clarín -que, para peor, fue organizador y participante del cuestionado viaje de jueces, fiscales y empresarios a Lago Escondido-, en un evento ruralista, donde además se presentó como productor agrario y miembro de una familia con varias generaciones en la actividad, hizo recrudecer las objeciones.
Si la fórmula de Cristina no es Massa – De Pedro, ¿cuál podría ser?
Por más que el gobernador Kicillof no tenga interés alguno en competir por la presidencia, son varios los indicios que parecen llevarlo inexorablemente hacia allí. El problema es que mientras que el objetivo de la reelección parece todavía una posibilidad, según lo corroboran todas las encuestas, la aventura presidencial lo expone a quedarse con las manos vacías.
Hay dos factores que parecen catapultarlo de manera casi irreversible. El primero, que es el único reconocido por los votantes del cristinismo como “heredero” de Cristina. El segundo, que la vicepresidenta, en caso de dar marcha atrás y participar de la carrera electoral, tiene una altísima imagen negativa que permite descartar cualquier posibilidad de triunfo en un eventual balotaje. Pero, si se produjera el enroque y Axel disputara la candidatura presidencial y Cristina la gobernación, el experimento podría resultar menos traumático.
De este modo, el “operativo clamor” de La Cámpora estaría orientado a que Cristina compita en la provincia, ya sea como candidata a gobernadora o a senadora, para conseguir los fueros que podrían resultarle indispensables debido a su endeble situación judicial.
¿Cómo se completaría la fórmula de Kicillof? Algunos señalan a Malena Galmarini como la indicada para ocupar este lugar.
Por ahora todas son especulaciones. Pero la alternativa ha comenzado a seducir a los sectores dirigenciales del cristinismo y de massismo. La cuestión de cómo reaccionará el albertismo y el peronismo frente a esta iniciativa es incierta. Aunque no podría descartarse que una fórmula compuesta por Daniel Scioli y Victoria Tolosa Paz pueda presentarse a competirle en las PASO.