Su exposición de ayer evidenció el estrés de las negociaciones detrás de la candidatura de unidad que encabeza el ministro de Economía. Sigue el malestar de Scioli con el Presidente
“Le dije a Sergio (Massa), si hay una lista de unidad apoyada por gobernadores, por intendentes, porque no tenemos ningún problema… pero si hay PASO, nuestra fuerza va a ir con candidato propio, va a ir con (Eduardo) ‘Wado’ De Pedro, que era nuestro candidato si hubiera habido PASO”, confirmó Cristina Kirchner sentada al lado del ministro de Economía y precandidato presidencial del kirchnerismo, y la transmisión oficial enfocó inmediatamente al funcionario de La Cámpora mientras los ojos se le llenaban de lágrimas y por atrás un dirigente le palmeaba el hombro, en señal de respaldo.
Todavía afectado, nostálgico por haber estado tan cerca de ser el elegido, la emoción del ministro del Interior fue solo una muestra -bien explícita- del nivel de tensión que atravesó a Unión por la Patria en las últimas 96 horas detrás de la postulación de Sergio Massa, un proceso tortuoso del que la ex presidenta se hizo cargo y que buscó explicar este lunes con fuertes críticas a Alberto Fernández y bajo una premisa: la unidad que se acordó en los papeles en las negociaciones frenéticas del viernes no tiene, según la Vicepresidenta, ningún correlato en los hechos.
“Finalmente se resolvió, además, claro, de darle dos puestos de diputado, uno a la que competía con Axel (Kicillof), era mucho menos de lo que uno pensaba… cuando uno ve estas cosas, cuando ve estas actitudes y estas cosas, y otra para el ahora Canciller. En esto terminaron las PASO en la Argentina”, lanzó la ex mandataria en Aeroparque, en el acto de presentación del Skyvan PA-51, el avión recuperado por el Gobierno que los jefes militares de la última dictadura utilizaron en los tenebrosos vuelos de la muerte, una cuidada puesta en escena con la que Massa y Cristina Kirchner se presentaron por primera vez en público tras el cierre de listas del sábado.
A la ex presidenta le urgía explicar qué fue lo que pasó entre el jueves por la tarde, cuando De Pedro, su delegado en Casa Rosada, se lanzó a competir en las PASO frente a Daniel Scioli, y el viernes por la noche, cuando Massa terminó ungido junto a Agustín Rossi como el binomio de unidad del frente. Cristina Kirchner procuró además enviar una rápida señal interna a su tropa, desorientada -al menos un sector- por la elección del ministro de Economía, cuya audacia que lo llevó en estas semanas a convertirse en el candidato de síntesis utilizó hace algunos años al servicio del antikirchnerismo.
Para la titular del Senado, el vínculo con Fernández no tiene vuelta atrás y no esperó ni 48 horas después de la inscripción de la fórmula Massa-Rossi y de que el Presidente lograra hacer lo propio con Victoria Tolosa Paz y Santiago Cafiero en la lista de diputados nacionales de la provincia de Buenos Aires -segunda y quinto, respectivamente- para volver a la carga. A Cristina Kirchner le molestó incluso que se filtrara una supuesta conversación telefónica entre ambos que, según las fuentes, no existió y que, como publicó este medio, se dio solo a través de mensajes entre emisarios que empezaron en la mañana del viernes. La tarea estuvo centrada en Juan Manuel Olmos, el multifacético e hiperactivo vicejefe de Gabinete que nunca ocultó su predilección por Massa y que este lunes, sentado entre los invitados en el hangar de Aeroparque, miraba hacia arriba y hacia abajo cada vez que la Vicepresidenta desnudaba parte de las negociaciones.
El Presidente visitaba ayer a Lula Da Silva en Brasil mientras CFK desmenuzaba la interna del peronismo y las heridas de las tratativas para alcanzar la unidad todavía seguían abiertas entre Buenos Aires y el país vecino.
Alberto Fernández junto a Lula en Brasil (REUTERS)
Scioli, al que Fernández impulsó hasta un día antes de que el peronismo llegara a un acuerdo detrás de Massa y Rossi, aún está dolido. Por ahora, no tiene previsto cargar culpas públicamente y tal vez nunca lo haga. Pero en su entorno explicaron que en la cena que el jueves por la noche compartió en su casona de La Ñata con el jefe de Estado, Cafiero, Tolosa Paz y su pareja, el publicista Enrique “Pepe” Albistur, más algunos colaboradores, el plan era seguir adelante.
Sí reconocieron, admitieron cerca de algunos de los comensales, que se habló de que, por ejemplo, la dilación en torno a la elección del compañero de fórmula -Natalia de la Sota, una de las tentadas, declinó la oferta, según confiaron, con la excusa de la elección cordobesa- era un problema. Se analizó, por caso, a la propia Tolosa Paz. El fin de semana se preguntaban, en ese sentido, si la presentación en el teatro ND Ateneo había sido atinada. En el sciolismo apuntan al Presidente: creen que Fernández dejó que el plan de Scioli y de Tolosa Paz siguiera adelante mientras por debajo negociaba con los gobernadores -ese día almorzó con Raúl Jalil y Gerardo Zamora- y a través de Olmos con el Senado por una fórmula de unidad. Como un método de presión para que cualquier acuerdo que se pudiera alcanzar, como finalmente se hizo, con el peronismo kirchnerista no lo dejara afuera. Y evitar, de paso, que se oficializara formalmente a De Pedro, al que nunca le dio el liderazgo para echarlo.
La Vicepresidenta buscó también este lunes contrarrestar la versión instalada que dio cuenta de que la elección de Rossi corrió pura y exclusivamente por cuenta del Presidente: se encargó especialmente de mostrarse bien en sintonía con el jefe de Gabinete. “Máximo (Kirchner) ya estaba dialogando con Agustín, y dice ‘bueno, que vaya Agustín’”, planteó Cristina Kirchner, que el jueves por la noche cenó hasta entrada la madrugada con su hijo y los ministros de Interior y de Economía, con los que analizó el escenario. A la mañana siguiente, se fijó un horario en torno a las 4 de la tarde para empezar a definir si había posibilidad, o no, de alcanzar una fórmula de unidad. El anuncio se realizó más de cuatro horas después.
Daniel Scioli y Tolosa Paz durante el lanzamiento del jueves pasado
El embajador se enteró por el propio jefe de Estado, que lo llamó cerca de las 5 de la tarde mientras por su oficina, en la esquina de Córdoba y San Martín, desfilaban dirigentes y asesores. En las próximas semanas, el ex gobernador deberá volver a Buenos Aires para resolver cuestiones administrativas en las que había avanzado en vistas de su proyecto presidencial, ahora trunco. Ayer, corrió la versión de que su nombre había sonado para el Parlasur. El ex motonauta, dicen, nunca llegó ni siquiera a analizarlo.
Para Cristina Kirchner, el problema no fue Scioli, si no Fernández. Confirmó, como había publicado Infobae en reiteradas oportunidades, que había avisado puertas adentro que no sería ella la encargada de llamar al embajador para que desactive su postulación. “Algunos me sugerían que le hablara a Scioli, ni con una 45 en la cabeza me hacían hablarle, yo respeto profundamente las decisiones de cada persona. No se puede obligar a la gente a hacer algo que no quiere o ir al lugar que no quiere”, resaltó. Un tiro por elevación a Axel Kicillof, que seguía atento el discurso pegado a De Pedro y que en estos meses de fuertes tensiones internas se encargó decenas de veces en aclarar que pretendía buscar la reelección bonaerense, y no competir por la Presidencia, como impulsó también decenas de veces el jefe de La Cámpora.
La ex jefa de Estado y el embajador hablaron por teléfono este domingo a la noche. La última vez que se vieron fue a fin de año. Scioli había estado todo el día en La Ñata masticando bronca junto a su familia. Según trascendió, le confesó a la vice que se sintió “traicionado” por el Presidente: fue el término que utilizó su hija Lorena esa tarde por las redes. El ex motonauta debía viajar ese mismo domingo a Brasilia -por protocolo, no podía no acompañar al mandatario en su visita al país vecino-, pero pidió volar ayer junto a Fernández, para poder conversar a solas. Solo ellos saben qué se dijeron.
Lo cierto es que la exposición de Cristina Kirchner, que dedicó poco más de 25 minutos fascinantes a desglosar las negociaciones que desembocaron en la precandidatura de Massa, volvió a tensar al Gobierno en pleno inicio de la campaña, confirmó su alianza con el ministro -”para ganar hay que apostar”, dijo- y aclaró que unidad no es lo mismo que estar unidos.
Eduardo ‘Wado’ de Pedro, el candidato que no fue (AP)
La ex mandataria confirmó además otro trascendido periodístico que el gobernador Ricardo Quintela ventiló en la mañana del viernes: que el Presidente había ofrecido a Tolosa Paz como acompañante de Massa, una opción descartada no solo porque Cristina Kirchner no le tiene simpatía -ayer lo volvió a dejar bien en claro-, si no porque los jefes provinciales nunca avalarían un binomio ciento por ciento bonaerense.
Hacia adelante, el kirchnerismo deberá sobreponerse rápidamente al estrés del cierre de listas y a la desazón de un sector de la militancia K que, a pesar del pálido apoyo interno, creyó que ahora sí era el momento de un candidato puro, de la “generación diezmada” como De Pedro, uno propio, como prometió Máximo Kirchner en alguna reunión en el Gran Buenos Aires: “Ahora si vamos con alguien nuestro”.
Hay dirigentes que, por ahora, se mantienen un reflexivo silencio. Muchos de ellos, de La Cámpora. El caso más resonante es el de Andrés Larroque, aunque cada vez más identificado con la agrupación La Patria es el Otro: en su cuenta de Twitter no saludó aún al flamante binomio.
Además, se presentan en este contexto dos inquietudes. La primera pesa sobre Massa y sobre Rossi, y el desafío de encarar una campaña en un contexto de crisis económica y en cabeza de dos dirigentes que son el ministro de Economía y el jefe de Gabinete de un gobierno con gravísimas deficiencias de gestión. “Wado” De Pedro se había convencido cuando Cristina Kirchner lo habilitó como eventual postulante de que una primaria con Scioli lo beneficiaba no solo para revalidarse puertas adentro, si no para desmarcarse de un programa de gobierno que de cara a las PASO sería defendido por su contrincante.
El otro punto que inquieta al kirchnerismo es la postulación de Juan Grabois, a quien, a diferencia del embajador en Brasil, la cúpula del peronismo sí le ofreció unificar listas. ¿Puede captar el dirigente el voto de un sector de los electores K que no se sienten representados por Massa? Grabois es un protegido del Papa Francisco, al que tampoco le simpatiza la audacia del ministro de Economía. En estos días, el Papa oficia de anfitrión de Jorge García Cuerva, el flamante arzobispo de Buenos Aires, cuyo anuncio tuvo saludos posteriores que fastidiaron al Pontífice.
El peronismo y sus dirigentes ya dieron en reiteradas oportunidades sobradas muestras de pragmatismo. Por temor, por convencimiento o tal vez por necesidad, Cristina Kirchner es una de ellas.