Pequeños comerciantes admiten que los clientes “cada vez consumen menos. Es preocupante ver que muchos comienzan a alimentarse mal por falta de dinero”. Pese a los pedidos, optan por dejar de trabajar con el fiado.
La escalada inflacionaria y la reducción del poder adquisitivo, que cada vez profundiza más la distancia que existe entre los precios en góndola y la capacidad de compra de los consumidores, continúa golpeando de lleno, principalmente a los sectores más vulnerables.
Los precios de la mayoría de las mercaderías, comestibles y bebidas, no logran mantenerse estables por un determinado lapso de tiempo, según señalan comerciantes de diversos rubros en la ciudad de Posadas.
Tal es el caso de los kioscos barriales, donde comienzan a crecer cada vez más las dificultades por la caída de las ventas y el desabastecimiento de ciertos productos.
En ese sentido, Roberto Cena, dueño de un almacén ubicado sobre la avenida Cabred, señaló que “las ventas están cayendo mucho, y se está volviendo a sentir ahora que ya pasaron las fiestas de fin de año”.
“Navidad y Año Nuevo, como siempre, ayudaron a que algo de mercadería se mueva, pero en general venimos de meses muy difíciles, cada vez peor. Y el año ya está comenzando de la misma manera. Es lamentable”. contó.
En relación al nivel de movimiento del comercio, relató: “Nosotros llevamos varios años en este mismo lugar. Muchos de los clientes son gente que ya conocemos bien, y ahora preocupa y asusta ver cómo se ven obligados a modificar sus compras habituales porque no hay plata”.
“El que compraba una cierta cantidad de pan, ahora lleva mucho menos. La familia que llevaba leche todos los días, ahora es cada dos o tres días. También se ve mucho que dejan de lado las marcas más conocidas para arriesgarse con las segundas o terceras marcas, solamente porque les sale más barato”, describió.
Sobre la costumbre tradicional de las ventas por fiado, indicó que “eso lo tuvimos que cortar, porque se hace muy difícil”.
“Por un lado, si alguien se queda sin pagarnos mucho tiempo nos genera un agujero muy grande que tapar en la movida diaria; y por otro lado, si yo vendo algo fiado hoy, a fin de mes cuando el cliente viene a pagarme vale casi el doble de lo que salía cuando llevó. Y eso genera que se enojen con uno, cuando no es nuestra culpa”, detalló.
Por su parte, Raquel Luz, propietaria de un kiosco en el barrio Villa Urquiza comentó, a modo de ejemplo, que “uno de los productos que más incremento de precios tuvo en los últimos días es la cerveza”.
“En el caso de las marcas más requeridas, subieron hasta 100 pesos por cada botella de litro, de un día para el otro. La marca que valía $480 ahora cuesta $580. Y los precios varían entre las más baratas que se mantienen a $500, y las más elevadas por $650”, describió.
Sin embargo, advirtió que “estos números, como pasa con muchos otros productos, pueden cambiar en cualquier momento. Se esperan más subas en los próximos días, sobre todo cuando vuelva a encarecerse el combustible”.
Por ello, aclaró que “a nosotros nos complica mucho trabajar así, porque no tenemos la previsibilidad necesaria”.
“La lista de precios que traen los proveedores cambia muy rápido, entonces el dinero que tenemos en caja para volver a surtirnos de productos, la mayoría de las veces es algo que nos queda corto, porque esas mismas mercaderías llegan con otros precios más altos de lo que esperábamos”, subrayó.
Consultada sobre las dificultades por desabastecimiento, remarcó que “las cosas se han normalizado con el aceite y la leche, por ejemplo, porque son productos que se consumen más en invierno. No es su temporada pico ahora”.
“Pero sí estamos teniendo muchos problemas con el azúcar y todos sus derivados. Se está haciendo muy difícil conseguir cosas dulces, golosinas, galletitas”, reconoció.