El plan del Frente de Todos tras la derrota electoral

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Alberto Fernández enviará al Congreso un «programa económico plurianual» para pagar la deuda con el Fondo Monetario. También buscará consensuar con empresarios, sindicalistas y gobernadores una serie de políticas de Estado. Frente a las tensiones internas, el Presidente pretende institucionalizar la coalición de gobierno. 

Al final no hubo sorpresas. El revés electoral a lo largo y ancho del país fue para el Gobierno la confirmación de un veredicto que expuso a carne viva el malhumor social y la necesidad de calibrar el rumbo de la gestión. Las PASO anticiparon el duelo. También precipitaron la crisis interna. El Frente de Todos comenzó en septiembre a procesar el desafío que tendrá por partida doble en los próximos dos años: definir la identidad de la coalición gobernante y la posición que tomará en una cancha que se inclina en favor del espacio opositor y los factores de poder. ¿Hacia dónde virará el péndulo en el oficialismo? En Casa Rosada planifican un Frente más aperturista. Hacia afuera, Alberto Fernández convocará a un amplio acuerdo económico y social con gobernadores, opositores, empresarios y sindicalistas. «Necesitamos que las grandes mayorías generen consensos», expresó ayer el Presidente, después de conocer los números de la derrota. Puertas adentro, analiza impulsar una Mesa Nacional del Frente de Todos para dirimir las diferencias internas. Así, se dispone a institucionalizar el debate con el kirchnerismo y sumar a la conducción partidaria a mandatarios provinciales y a la CGT. La cohesión en ambos sentidos se encuadra en la negociación con el Fondo Monetario Internacional. Al respecto, Fernández anticipó que en diciembre enviará al Congreso su plan para acordar con el organismo de crédito. En cuanto al Gabinete, a priori, no están previstos cambios de nombre.

Acuerdo Nacional


Recuperar la agenda y abrir el juego. Salir del trance electoral con iniciativa política es la apuesta del jefe de Estado. De ahí que en lo inmediato vaya a anunciar una amplia convocatoria al diálogo. “A la mayor brevedad posible, voy a dirigirme a los representantes de la voluntad popular y a las fuerzas políticas a las que representan, para acordar una agenda tan compartida como sea posible«, manifestó anoche Fernández. Es una iniciativa que intentará reproducir las instancias de articulación que hubo en la primera etapa de la pandemia, momento en donde, por ejemplo, el gobernador Axel Kicillof y el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larrreta llegaron a compartir anuncios de la gestión sanitarias.

La propuesta está en consonancia con el llamado que hizo Cristina Kirchner en la previa de las PASO. «Un país no se construye solo. Nadie se salva solo. Esa es la discusión que se viene», había anticipado la vicepresidenta en el cierre de campaña en Tecnópolis. Sergio Massa, por su parte, adelantó la jugada y explicó que el entendimiento buscará consensuar políticas de Estado vinculadas al endeudamiento, la educación, la pobreza, el desarrollo económico y el empleo.

La postura que tomará Juntos es la gran incógnita. Anticipando una posible negativa, Fernández remarcó que “una oposición responsable y abierta al diálogo, es una oposición patriótica«, y remató: «Nuestro pueblo necesita ese patriotismo”. En el oficialismo entienden que los dirigentes con obligaciones de gestión como Rodríguez Larreta y el jujeño Gerardo Morales estarán condicionados a aceptar la invitación. Ante las posturas más radicalizadas, como las de Mauricio Macri y Patricia Bullrich, aseguran que sostener durante dos años seguidos esa tesitura significaría para Juntos un desgaste muy grande. Con el objetivo de comenzar a acercar posiciones, Massa se comunicó ayer con el diputado electo Diego Santilli. Lo cierto es que la respuesta a la convocatoria será discutida hoy por la tarde durante la reunión que tendrá la cúpula de la alianza opositora. En paralelo, aún resta definir qué pasará con la disputa por la presidencia de la Cámara de Diputados, que Juntos aspira a detentar.

Otro capítulo que medirá la convivencia entre las dos grandes coaliciones políticas será el trámite legislativo de la negociación con el FMI. «Es tiempo de resolver el problema derivado de la deuda contraída por el gobierno que me precedió. Ese es el escollo más grande que enfrentamos para continuar en la senda de la recuperación económica y de la construcción de un país con más equidad», expresó Fernández. En ese marco, anunció que enviará al Congreso de la Nación un proyecto de ley en el que detallará el entendimiento que Argentina haya alcanzado con el organismo internacional de crédito. El acuerdo, señaló el mandatario, no implicará renunciar «a los principios de crecimiento económico e inclusión social».

Unidad hasta que duela

“La factura de la derrota ya se pagó, dos veces no la vamos a pagar”, sintetiza un funcionario de máxima confianza del Presidente, que sostiene que no se vivirá la tensión que escaló después de las Primarias. El argumento es que la coalición hoy no corre a contrarreloj como en los dos meses previos a las elecciones generales. La conclusión del albertismo es que se “pagó demasiado caro” haber perdido una elección de medio término, que hace 16 años el peronismo no gana. En el kirchnerismo remarcan que las tensiones no tienen su orígen en las legislativas sino que se desencadenan porque en la gestión no se respetaron las proporciones de poder que fundaron a la coalición gobernante. Es decir, que no se le reconoció a la vicepresidenta el lugar que le corresponde. “Hay que volver a analizar la génesis del Frente de Todos”, resumió el secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque, semanas atrás ante Página/12, dejando en claro que fue CFK la que aportó mayor volumen al espacio y quien definió al candidato presidencial.

En Casa Rosada recogen el guante y lanzan una convocatoria al diálogo interno. “Es cierto que faltó más apertura”, admiten. Por eso, para esta nueva etapa pretenden darle un rol preponderante a gobernadores y sindicalistas. “La CGT va a tener mucho peso”, indican, dejando a entender que Fernández no se abrazará al kirchnerismo sino más bien buscará consolidar una base de sustentación para encarar la discusión interna. “Si atacan al Presidente, estaremos en la calle”, advirtió el estacionero Carlos Acuña, uno de los dirigentes gremiales que se reunieron la semana pasada con Fernández. La central obrera, junto a los movimientos sociales, preparan un acto masivo para el miércoles por el Día de la Militancia. Será una nueva demostración de fuerza y un contundente respaldo al gobierno nacional.

Tenemos que repensar la conducción”, señalan en Casa Rosada sobre la reorganización del Frente de Todos. La intención del Presidente es convivir con las tensiones y que sean discutidas en una Mesa Nacional. Institucionalizar la coalición, elegir autoridades y generar un ámbito de debate. Es una idea que Fernández medita desde hace tiempo, pero que  hasta ahora naufragó sin concretarse. Implica avanzar en un esquema similar al del Frente Amplio en Uruguay. “En el espacio contenemos a mucha gente que no está en el peronismo. Además de ordenar el PJ, hay que ordenar el FdT para que todos tengan voz dentro del espacio”, explicó el jefe de Estado a IPen febrero pasado.

En esa instancia tendrían lugar Máximo Kirchner y Sergio Massa. Para contrapesar voluntades, Fernández pretende que también se sienten representantes de los gobernadores y de la CGT. En suma, sortear el binomio Fernández-Fernández y abrir el juego al resto de los actores. ¿Aceptará CFK incorporar jugadores a la mesa ejecutiva?

Un termómetro del clima interno en el corto plazo será la discusión del Presupuesto 2022 en el Congreso. El ministro de Economía, Martín Guzmán, iría esta semana a la comisión de Presupuesto y Hacienda en Diputados a defender la ley de leyes. Tendrá los próximos días intensas negociaciones con el bloque de diputados liderado por Máximo Kirchner para aprobar la iniciativa. De fondo, resonará el balance que expuso Cristina Kirchner en su carta después de la PASO. En la misiva, apuntó contra Guzmán por considerar que se «equivocó» al llevar a cabo «una política de ajuste fiscal » que impactó «negativamente en la actividad económica». En línea con la vicepresidenta, el jefe del PJ bonaerense ya anticipó que están dispuestos a discutir el proyecto de ley. Será clave el rol de mediador que asuma el presidente de la Cámara baja, Sergio Massa.

Con respecto a las versiones que indicaban posibles modificaciones en el gabinete nacional, Alberto Fernández descartó ayer esa posibilidad. “No tengo previsto hacer ningún cambio después de la elección«, sentenció, luego de votar en la Universidad Católica Argentina.

En el oficialismo todos coinciden en que es necesario dejar de mirar para atrás y encarar para adelante, aunque pocos se animan a predecir cómo seguirá la relación entre el jefe de Estado y su vice. “El vínculo entre Alberto y Cristina tiene mucha historia. Estuvieron 10 años peleados, sin hablarse, y después ella decidió que él fuera candidato a presidente. Decir cómo va a seguir esa historia es tomar mucho riesgo”, sintetiza un exfuncionario que compartió ambas gestiones.

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