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La sociedad argentina, y bonaerense en particular, todavía no sale de su asombro ante la impune fuga de cuatro jóvenes delincuentes del instituto cerrado de Lomas de Zamora, entre los que se encontraba uno de los imputados por el homicidio del empresario Andrés Blaquier.
Mientras la gente todavía digiere la noticia, el Organismo Provincial de la Niñez y Adolescencia (OPNyA), que se encuentra bajo la órbita del ministro Andrés Larroque, continúa dando qué hablar, ahora, con otro motín en un instituto cerrado de menores de la ciudad de Mar del Plata.
Según se pudo saber, se trata de dos jóvenes armados que piden acercamiento familiar, algo que, según manifiesta el personal del Sistema Penal Juvenil, constituye moneda corriente dentro del área.
Para colmo, el malestar entre el personal de los institutos de menores aumenta día tras día, muy lejos de un sueldo digno que retribuya el hacerle frente a una tarea tan compleja.
El contexto es, además, absurdamente injusto, ya que, mientras tanto, los internos parecieran vivir de vacaciones: no solo se les proporciona teléfonos celulares todos los días sino que hasta tienen la posibilidad de jugar a la PlayStation dentro de los institutos.
